El ‘testamento político’ del Presidente

Muchos interpretaron que ese testamento, de algún modo, dice quién ocupará la Presidencia en caso de que fallezca López Obrador. Lo más probable, en cambio, es que incluya el nombre de la persona que quedaría al frente de su movimiento y el partido, algo que debe tener preocupados a los aspirantes presidenciales de Morena.

El viernes 21 de enero, se reportó (primero como trascendido y después confirmadamente) que el Presidente Andrés Manuel López Obrador había ingresado al Hospital Central Militar (HCM) para un procedimiento.

Como cada vez que se aborda la salud del mandatario, no fueron pocos quienes recordaron que López Obrador ha tenido dos infartos en el pasado, antes incluso de asumir la Presidencia, además de que hace pocos días se acababa de recuperar de un segundo contagio de Covid-19.

No tardó en llegar el señalamiento del vocero presidencial de que se trataba de una “revisión de rutina” del Presidente, que después se informó que se trató de un cateterismo. Al día siguiente, después de pasar la noche en el HCM, el propio López Obrador publicó un video a través de sus redes sociales para informar que su estado de salud era muy bueno y que el procedimiento efectivamente había estado programado con anterioridad.

Sin embargo, luego de las dudas generadas por su revisión, lo que más ha generado comentarios ha sido la referencia que hizo el Presidente en mensaje, respecto a que cuenta con un testamento político en caso de que él llegara a fallecer.

Si bien el mandatario aseguró que “hay Presidente para rato”, muchas personas interpretaron que ese testamento político, de algún modo, le indica a las instituciones del Estado mexicano quién será la persona que asumirá la Presidencia de la República en caso de que López Obrador muera.

Las reacciones ante esta posibilidad fueron las obvias, en Twitter especialmente, varios comentaristas señalaron que “el único testamento político válido” es la Constitución.

Incluso hubo quien comparó la referencia de López Obrador con los testamentos políticos (con ese mismo nombre) de Juan Domingo Perón en Argentina, de Francisco Franco en España y hasta de Adolf Hitler en Alemania.

Pero ésta no es la primera vez que el Presidente menciona este supuesto documento.

El pasado 10 de septiembre, mientras en CDMX se discutía la reubicación de la estatua de Cristóbal Colón, López Obrador aseguró que tenía ya redactado su testamento, en el cual solicitaba que no se le hicieran estatuas, ni se usara su nombre para bautizar ningún edificio, escuela, calle u hospital. Y ahora, con esta segunda mención, se sabe que el contenido de este documento (asumiendo que exista físicamente) habla también de lo que ocurrirá en caso de que llegue a faltar.

Pero, ¿realmente el Presidente hablaba de quién habría de sustituirlo en el Ejecutivo federal a su muerte?

De entrada, parece muy ingenuo asumir que López Obrador no sepa, o decida ignorar, que la Constitución establece que será la persona titular de la Secretaría de Gobernación quien quedaría como “Encargado del Poder Ejecutivo” en lo que el Congreso de la Unión resuelve la vacante presidencial con un Presidente Sustituto.

En cambio, es más probable que el mandatario se haya referido a que el testamento le indica a sus militantes y simpatizantes, cómo será la sucesión al frente de su movimiento y el liderazgo del partido, si no es que incluso a ambos como la misma cosa. Es decir, que el testamento político de López Obrador en realidad contiene el nombre de alguien a quien el político le confiaría su capital político para dirigir el lopezobradorismo y al partido Morena, de cara a 2024 y en los años por venir.

Esto tiene sentido, si recordamos que el mandatario ha hecho referencia en repetidas ocasiones a la necesidad de que el movimiento defienda a la transformación que él dice encabezar desde la Presidencia de la República. Entendiendo, por tanto, que su movimiento debe durar más allá del sexenio que concluye en septiembre de 2024.

De modo que los menos preocupados por el testamento político de López Obrador deberían ser los integrantes de la oposición que, raudos y veloces, acudieron a defender el mecanismo de sucesión plasmado en la Constitución.

Los verdaderamente preocupados por la existencia de un testamento lopezobradorista, que incluye el nombre de quien se quedaría al frente de Morena y del movimiento que encabeza el Presidente, son los suspirantes que ya se mueven con miras al 2024: Ricardo Monreal, Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum.

Ya que, si el Presidente llegase a faltar durante la selección de la candidatura presidencial, sería un documento el encargado del reparto. Y es más difícil tratar de convencer a un documento de cambiar de opinión, que al Presidente López Obrador.

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